recuerdo de un PAPA
Eran las 5 de la mañana, yo estaba abrigado con el poncho Cerreño de mi padre, veía a mi querida “vieja” correr de un lado para otro gritando de que el “Papa” ya iba a pasar, yo ni sabia qué era eso…, Como niño de 7 años, pensaba que ya iban a empezar las clases escolares y que tenia que levantarme temprano, ¡qué pereza! Mi padre me jaló el poncho, me dijo que me apure que el PAPA iba a venir a vernos,… Yo dibujé un gran signo de interrogación en mi cabeza. ¿Quien es ese tipo que es mas importante que las clases? Y que me levanten tan temprano sin el desayuno respectivo... Tenia 7 años, 5 febrero, 1985, llegó el PAPA.
Salimos a la calle y me sorprendí: era un huayco de gente, que salían limpiándose la pobreza de sus rostros con sus mejores “Perchas”; todos salían apresurados y decían cientos de horas pero ninguno quería llegar tarde no se adonde ni por qué, pero lo que me agradó de ese momento es que mi viejo me llevó en su hombro, eso si que era chévere. En esa época en mi barrio la pista era una utopia, a la justas había unos destartalados buses, pero la gente no se atrevía a esperarlos… ¡a caminar se ha dicho! menos mal que mi viejo era joven en fuerza en esos tiempos y yo como era el gua gua de la familia, no estaba para largos trechos de caminatas.
Al llegar a la avenida Los Héroes, el mar de gente que bajaba chocó con el océano de multitud que estaban ya estacionados en el borde de la pista, yo no sabía que ocurría, pregunté inocentemente: papá, ¿qué pasa? ¿por qué tanta gente está acá? Me respondió: hijo, viene el PAPA a vernos. Respondí con otro signo de interrogación. Tenia 7 años, 5 febrero, 1985, llegó el PAPA.
Yo escuchaba desde la perspectiva baja que tenía de cómo la gente de diferentes partes del Perú profundo, describían al “PAPA”:
-Mi amiga dice que su cara es como un sol que te deslumbra.
-A mi me han dicho que te hipnotiza con su sonrisa, aparte que sabe hablar “peruano”.
Yo ya estaba aburrido de esperar a alguien que no conozco, y que después me tienen que llevar al colegio, no es justo pensé, no he hecho nada malo para estar esperando a alguien que no conozco, no es justo.
-Su ropa brilla como el sol, es un ángel en persona (Frase que retumbó mis oídos)
-Ojala que me vea, eso es suficiente, solo quiero que me vea, dijo una anciana que ya estaba en los “descuentos”.
Ya eran las 7 de la mañana, dos horas despierto, casi dos horas sentado en los hombros de mi padre -yo ya me había cansado- pero él ni se inmutaba, solo me decía:
-¿Ves la pista? Por ahí va a pasar el PAPA, en su Papa-móvil. El silencio fue mi respuesta.
Dicen que cuando lo dispararon allá en la Roma -donde vive- fue la Virgen que desvío el disparo… Wuau¡¡¡ sobrevivió a un disparo de pistola, asuuuu, me entró en ese momento la curiosidad…
Y para el colmo perdonó al pata que le disparó, yo no haría eso, claro; si sobrevivo, voy y le saco la con…madre
En ese momento mi madre le gritó al tío lisuriento, por hablar palabras feas frente a un niño, o sea, yo.De ahí vi algo de una de las cosas que nunca olvidaré: al frente tenía al Hospital “María Auxiliadora”, recién construyéndose, por sus pequeñas ventanas, a varias personas que esperaban con unos ojos llenos de vida ver solo unos segundos y de lejos al tan mentado PAPA. ¿Quién era este Señor que hace que los enfermos se levanten? Tenia 7 años, 5 febrero, 1985, llegó el PAPA.
Ya estaba aburrido, en serio, pero era alucinante escuchar a los mayores, cómo hablaban tan infantilmente de un “Tío” que no conocían.
Y pasó el minuto más asombroso. Vi de lejos cómo un mar de manos se levantaban y se golpeaban con tal delirio, vi a varios adultos que saltaban como niños para lograr ver un carro de color blanco que venía por la pista a gran velocidad, el mar de manos se acercaba, aumentaba…
-Ahí viene, ahí viene, por favor, Señor, que me vea…
-Levanta a tu hijo para que lo bendiga…
-¡Ahí viene! saca la banderita blanca y amarilla
-¡¡¡¡¡Gracias por acordarte de nosotros!!!!!
Veía cómo surgían del océano humano, bebes, niños y niñas que aturdidos miraban al vacío y saludaban. De repente yo fui parte de esa marea infantil, a la justas vi su rostro, sentí que me veía, sentí que me saludaba, sonreí, no se por qué, pero lo hice, fue solo un instante del segundo que paso, cuando sentí que mi padre me bajó violentamente, que la marea de gua guas seguía su recorrido.
Mi padre me bajó, sentí un suspiro de los que me rodeaban…
me miró, el me miró…
lo esperé desde ayer en la noche, pero valió la pena
Vi a mi madre y padre agarrados de la mano, que suspiraban.
Lo viste ¿no? te levanté mas de lo que pude…
Le respondí con un suspiro y un -¡tengo hambre!-
Ya, a mis tres décadas -ya han pasado 25 años- pero es como si fuera ayer, Juan Pablo II ya está con el “tío” de arriba, ahora se recuerda la frase que le nació del corazón humano “¡hambre de Dios si, hambre de pan no!”, ahora trato de que ese hambre de Dios siga vivo y el hambre de pan desaparezca. Tengo 32 años, 5 febrero 2010, llegó el PAPA, me trajo a Dios. (Ángel Ramos)
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